La Luna
- Redacción
- 17 abr
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Osteoporosis

José Raquel Badillo Medécigo -Seudohumorista-
(04-17-2025)
No hablaré de la luna y su influencia directa para la celebración litúrgica de la Semana Santa. Anoche, al ver su esplendor, rememoré mi lejana infancia cuando leí en un diario un reportaje sobre la luna y su influencia para modificar o adecuar nuestro vocabulario.
Leer un periódico en mi pueblo resultaba un tanto imposible, la única manera de hacerlo era comprar el periódico por kilo para darle otros usos que no fuesen la lectura.
Los días domingos ayudaba a mi padre a vender mercería, el periódico era necesario para envolver la mercancía. Pasando el medio día los clientes acudían de manera espaciosa, por lo cual, para entretenerme, tomaba los periódicos y los leía; ¡Ah! y casi lo olvido, ¡también llenaba sus crucigramas!
Un artículo llamó mi atención, hablaba de cómo nuestro idioma había adecuado el término para describir el momento en que la nave tocó la superficie lunar.
Un exitoso “alunizaje”, claro está, en vez de “aterrizaje”
El autor de ese artículo especuló con el futuro del satélite natural, donde habría que “Colonizar” la luna… ¿Colonizar? ¡Por supuesto que no!, pues Cristobal Colón no tuvo nada que ver con la conquista lunar, creo que refutó el autor del artículo. En tal caso “Armstrongnizar”
La gente que radicara en la luna, al casarse ya no se irían de luna de miel sino en tierra de miel, los roperos no tendrían una luna sino una tierra. Las familias no comprarían un terrenito sino un lunarcito.
Cuando alguien falleciera no lo llevarían a enterrar sino a enlunar. La pigmentación en la piel no serían lunares sino terrares.
Hasta ahí más o menos recuerdo el contenido de ese artículo.
Hoy quiero aumentar el contexto y contenido de ese singular artículo a más de medio siglo de haberse publicado.
En la luna -ya habitada- no tendría caminos de terracería sino caminos de lunacería.
En las escuelas no enseñarían geometría ni geografía sino lunametría y lunagrafía.
La semana laboral no sería de lunes a viernes sino de tierra a viernes.
Algún revolucionario agrarista no tendría el lema de Tierra y Libertad sino de Luna y Libertad, puesto que la luna es de quien la trabaja.
Selena no sería un nombre femenino sino que a las niñas las registrarían como Tierra.
En las casas no tendrían terrarios para sus mascotas reptilianas sino lunarios.
Quien posea extensa superficie lunar no será un terrateniente sino un lunateniente.
Y los circos de allá no ofrecerían lunetas sino sus terretas.
Los místicos subestimarían los placeres lunares… así como aquí desdeñan los terrenales.
Y como todo queda registrado en la web, los selenitas algún día exclamarán: José Raquel más que un seudohumorista lunático… fue terrático.
Excelente como siempre mi estimado amigo Rachi