Entre la tradición y la reforma: el legado jurídico-político del papa Francisco
- Redacción
- hace 5 días
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Entre la norma y la justicia

Alfonso Verduzco
(04-22-2025)
“La única situación en la que está permitido mirar a una persona por encima del hombro es para ayudarle a levantarse".
La figura del Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, representó una inflexión en la historia reciente de la Iglesia Católica. Su elección en 2013, como el primer pontífice latinoamericano y jesuita, simbolizó una apertura hacia nuevas perspectivas dentro de una institución milenaria. Durante sus 12 años de pontificado, Francisco abordó desafíos internos y externos con un enfoque pastoral centrado en la misericordia y la inclusión.
En el ámbito jurídico, su papel como Sumo Pontífice y Jefe de Estado del Vaticano le permitió implementar reformas significativas. Destacan la reestructuración de las finanzas vaticanas para aumentar la transparencia y la rendición de cuentas, así como la promulgación de nuevas normativas para combatir el abuso sexual dentro de la Iglesia. En este sentido, la expulsión del cardenal estadounidense, Theodore McCarrick en 2019 —tras ser hallado culpable de abusos sexuales a menores— representó un parteaguas en la aplicación del derecho canónico contra figuras de alto rango. Sin embargo, estas medidas fueron percibidas por algunos como insuficientes, evidenciando las tensiones entre la necesidad de reforma y la resistencia institucional.
Francisco también desafió normas tradicionales al permitir “la bendición” de parejas del mismo sexo, enfatizando que "las personas que buscan el amor y la misericordia de Dios no deben ser objeto de un análisis moral exhaustivo", pero sin avanzar hasta el reconocimiento del matrimonio homoparental. Estas decisiones provocaron divisiones dentro del clero y entre los fieles, reflejando un conflicto más amplio entre sectores reformistas y conservadores.
En el contexto global, su liderazgo resonó más allá de las fronteras religiosas. Líderes mundiales, independientemente de sus ideologías, reconocieron su compromiso con la justicia social, la paz y el cuidado del medio ambiente. No obstante, su enfoque progresista también enfrentó críticas de quienes consideraban que la Iglesia se alejaba de sus fundamentos doctrinales.
La elección de su sucesor se llevará a cabo mediante el cónclave, un proceso jurídico y canónico que requiere una mayoría de dos tercios entre los cardenales electores menores de 80 años, por lo cual debido a la edad, por parte de México participarán únicamente Carlos Aguiar Retes (nacido en 1950), Arzobispo Primado de México desde 2017, quien fue nombrado cardenal por el Papa Francisco en 2016; y José Francisco Robles Ortega (nacido en 1949), Arzobispo de Guadalajara.
Este proceso se desarrolla en un contexto de polarización interna, donde la minoría reformista, busca mantener una agenda de apertura hacia sectores históricamente marginados, y la mayoría conservadora, integrada por cardenales que defienden una interpretación más ortodoxa de la doctrina católica, acusa a las reformas impulsadas en los últimos años de haber debilitado la autoridad espiritual y la identidad doctrinal de la Iglesia.
La elección del próximo papa, en consecuencia, no será solo una decisión espiritual, sino una definición estratégica sobre el papel de la Iglesia en un mundo dividido entre populismos sin resultados tangibles y el ascenso de movimientos de ultraderecha que disputan también el monopolio moral y cultural, en un mundo marcado por divisiones ideológicas y desafíos globales.
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